!!! Bienvenido ¡¡¡

Gracias por entrar. Antes de irte, echa un vistazo y comparte con nosotros. Nos interesa conocer todo lo que quieras compartir. ¿Has hecho algún descubrimiento deslumbrante? ¿Una película, un poema, un cuadro, un disco? ¿Una ciudad, un paisaje? Ábrenos una ventana y nos asomaremos.

domingo, 26 de abril de 2015

"Simbad", por C BS

"Los codos se los herían en los diamantes tallados y cuando embocaron un tramo de túnel de paredes lisas -solo piedra labrada y arcos de ladrillo- cesó aquella laceración. Doblaron el recodo del canal y una turbulencia del aire los barrió de la almadía y los lanzó a la corriente impetuosa. Algunos que no sabían nadar desaparecieron en el agua espumeante en cosa de segundos. Solo Simbad permanecía firme sobre los troncos y al ver boquear a algunos compañeros ya sin fuerzas para salvarse, los golpeaba en la cabeza con un remo o se la pisaba hasta ahogarlos.
Después de sortear unos escollos, la balsa penetró en un pasadizo cuyas paredes verdeaban de musgos, helechos y vetas de esmeralda. De lo alto, por un ojal de la roca, se filtraba una luz lechosa y mortecina . Y así desembocó en una playa rodeada al norte por cantiles de basalto y bosques de araucarias. De la arena cristalina asomaban a trechos osamentas de cetáceos y los espinazos gigantescos de peces abisales. Sobre el horizonte marino un arco iris daba color a la pizarra del cielo.
La sombra de un pájaro inmenso se abatió sobre la playa y Simbad se sintió asido por unas garras que se le clavaban en la espalda. En segundos vio bajo sus pies la tierra alejándose y un mar terso que fulgía bajo los rayos del sol poniente. Y así voló colgando de la túnica durante un buen rato hasta que el ave de presa se posó en la cima de un risco puntiagudo y lo depositó blandamente en un nido trenzado de espinos y retamas, en cuyo fondo relucían dos enormes huevos blancos jaspeados de estrías grises.
Simbad, exhausto, se confió al sueño hasta que un crujido le hizo despertar con sobresalto: el cascarón de los huevos se había resquebrado y los horrendos pollos se debatían por liberarse de aquella prisión calcárea. Primero una garra amarillenta, luego un alerón implume y por fin la gran cabeza, sobre la que se desplegaba erecta una cresta dentada de color carmesí. Al poco, las dos crías recién nacidas parpadeaban a la luz del primer sol. El más cercano a Simbad comenzó a picotearle el turbante mientras le sujetaba los pies con las garras de uñas afiladas.
Una sombra se cernió entonces sobre el nido: el ave monstruosa regresaba con el cadáver de una cría de camello, que introdujo en las fauces de uno de los pollos. Prendió a Simbad por la túnica y lo elevó sobre la cabeza de la otra criatura que se aprestaba a engullirlo abriendo el pico desmesuradamente. Fue entonces cuando una flecha atravesó el cuello del glotón: el arquero subido a una alfombra de colores rutilantes y fleco dorado había disparado la saeta. Una segunda ensartó la cabeza del pollo que restaba vivo y, aproximándose más a la bestial madre, la decapitó de un diestro golpe de alfanje.
Trepó Simbad por una escala de bramante y volaron ambos hacia el sur, camino de Basora.

Hoy, es un hacendado que posee uno de los palacios más suntuosos de la ciudad, pues los diamantes que logró guardar en una bolsa oculta debajo del vestido fueron suficientes para hacer de él un hombre rico, que apareja ya un bergantín en el que navegar hasta tierras del Indo, ricas en especias y marfil, y en sedas de sutileza incomparable."

Un amigo querido, visitante asiduo de Mi casa, me envía este cuento, una recreación del clásico protagonizado por Simbad, un regalo que quiero compartir con vosotros.

No hay comentarios:

Publicar un comentario