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sábado, 11 de abril de 2015

Ágrafa

Cada ciudad impone sus rutinas. Debo regresar a Madrid y no he escrito una palabra de mi viaje a Nueva York. No he dedicado un minuto al blog; cómo hacerlo cuando el aire huele a mar, te despierta el graznido de las gaviotas y todo te invita a salir a la calle y empaparte de esta luz. Nada comparable a Asturias con sol (o con lluvia, con niebla, vestida de gris: nada comparable a esta tierra).












De manera que retomo la rutina que disfruto en cada visita a esta ciudad: mis paseos mañaneros, el segundo café contemplando el puerto deportivo, las compras diarías, el rincón donde me siento con un libro por las tardes... Camino por el paseo de la playa y me dejo llevar por la nostalgia que sentiré mañana, lejos de aquí. Siempre añoro por anticipado. Atesoro este instante, estas sensaciones. Ya escribiré cuando la vida no me exija tanta atención.

5 comentarios:

  1. Solete, la foto de San Pedro Apostol te ha quedado muy guapa. Si la amplias parece una acuarela. Que gozada

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    1. Gracias cielo, había una luz preciosa ese día. Muchos besos

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    2. Gracias cielo, había una luz preciosa ese día. Muchos besos

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  2. Cómo nos persigue la tierra y nos impone sus melancolías, su belleza, sus renacimientos. Ese norte y su tristeza asociada y esa epifanía sobrevenida con cada golpe de sol... que añoro tanto como tú. Estoy segura de que podemos brindarte una disculpa colectiva. Un abrazo, amiga.

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    1. Muchas gracias, guapa. Yo voy dejando parte del corazón por donde paso, y siempre me cuesta un poco desprenderme de él. Un beso grande

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