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domingo, 2 de marzo de 2014

Rachmaninov y Chaikovski de la mano de la Orquesta Sinfónica de Novosibirsk

La Novosibirsk Symphony Orchestra, dirigida espléndidamente por el director asturiano, afincado en Rusia, César Älvarez, nos ofreció hace unos días en el Auditorio un programa  precioso, ciento por ciento romántico: el Concierto núm. 2 de Rachmaninov, para piano y orquesta (uno de los conciertos románticos más bellos), y la Sinfonía núm.6 en Si menor de Chaikovski, bautizada por su hermano Modesto como Patética. Creo que esta sinfonía es la pieza musical que más temo escuchar, pese a su deslumbrante belleza. Me trastorna profundamente, siempre me deja desolada. En ella se palpa la desesperación de su autor, su enorme sufrimiento, su necesidad de poner fin a tanta desdicha. Y lo terrible es que Chaikovski se muere unos días después de su estreno. En un almuerzo con su hermano Modesto y su sobrino Bobik bebe un vaso de agua sin hervir, cuando San Petersburgo sufría una epidemia de cólera, pese a las advertencias que sus familiares le hicieron. Esa misma tarde se encontró mal y moría cinco días después. Él dispuso que su Adagio, desolador, fuera al final de la sinfonía, como si se tratara de su réquiem.

Os dejo con él:

1 comentario:

  1. Sí, el maravilloso tema melódico de este adagio es un ascensor de almas.

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