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lunes, 27 de enero de 2014

Ricardo Menéndez Salmón presenta "Niños en el tiempo"

Me gustan las presentaciones de libros, sobre todo si el autor me interesa y si esta corre a cargo de otro escritor cuyo criterio respete. Sé por experiencia que cuando es un periodista el responsable del acto se limita a hacer una entrevista al escritor, entrevista siempre laudatoria y en general llena de obviedades. En cambio la mirada de un escritor desentraña mejor los caminos, ilumina los secretos y nos ofrece a los simples lectores nuevas claves para aprehender mejor el libro.

Hace unos días, en la librería La Central, de Madrid, Ricardo Menéndez Salmón presentaba Niños en el tiempo, su última novela, y lo hacía de la mano de la también escritora Marta Sanz, que comenzó leyendo la primera página de la novela:

"Y así como el instante de la concepción, ese misterioso empuje en el que dos principios colisionan para cambiar el curso del mundo, resultó inaudible, con ambos actores ajenos a lo que nacía dentro de los cuerpos, así el instante de la desgracia fue también silencioso.

Solo más tarde, al entrar en casa desde el jardín de juegos, descubrieron la sangre empapando el pantalón del niño. Ese mismo niño que los miraba con ojos inocentes, sin huella de dolor o de sorpresa, ignorante de que algo se había quebrado dentro de él fatal y decisivamente.

De modo que piernas arriba, con menos temor que asombro, siguieron el dibujo de la mácula, aquel flujo que no era rojo, como quiere el lugar común, sino negro y espeso, como cantó el primer poeta, hasta llegar al pequeño y tierno agujero por donde el hijo amado se vaciaba igual que una taza rota.

Entonces los conmovió el espanto."

Luego hablaron de la plasticidad de las imágenes en las que abunda el relato; en el estilo de Menéndez Salmón, tan reconocible; en lo musical de su prosa, siempre tan cercana a la poesía. Hablaron de cómo la literatura ayuda a vivir, a seguir adelante; de cómo la vida nunca es tan comprensible como la presenta la literatura; hablaron de sus obsesiones; de la belleza (la importancia de lograr un texto bello: recordando a Thomas Bernhard). Ambos se mostraron de acuerdo en que esta es su novela más luminosa. Estoy leyéndola; en unos días os diré más.

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